La tercera ola de la educación virtual

El COVID 19 llegó sin aviso e hizo que los seres humanos nos viéramos en la necesidad de ajustar nuestras vidas y nuestros hábitos. La presencialidad educativa, tan necesaria, tuvo que dar paso a modelos de educación a distancia sin una debida preparación por parte de las instituciones educativas ni una adecuada formación docente para la virtualidad.
Podemos observar tres “olas” fácilmente identificables en el devenir educativo de estos últimos meses.
PRIMERA OLA: ¡Sálvese el que pueda!
En esta primera etapa, el reto fue reencontrarse en la red, sin mayor estrategia que no fuese sostener el proceso educativo y salvar el año escolar. La mayoría de las instituciones instruyeron a sus docentes a continuar en la red sin contar con las mínimas estrategias tecnológicas ni metodológicas para hacerlo adecuadamente, y sin entender que los alumnos, a veces por conectividad y otras por horarios distintos, o sencillamente por hábitos en la red no se encuentran disponibles de manera sincrónica.
En esta primera etapa, los alumnos fueron recargados excesivamente de tareas como un medio para ocupar su tiempo al máximo, sin entender que educar en la virtualidad educativa no solo significa contacto, sino también tecnología, planificación virtual, preparación audiovisual del docente, estrategias evaluativas en la virtualidad, pero sobre todo un entendimiento preciso de cómo funcionan los alumnos, ahora transformados en audiencias educativas.
SEGUNDA OLA: ¡Habemus tecnología!
Herramientas como zoom, trello o hasta whatsapp fueron los instrumentos de comunicación más usados en esta primera etapa, sin embargo, no son más que eso, herramientas que permiten comunicarse a distancia. Incluso algunas de ellas fueron hackeadas como parte de una repentina guerra comercial, lo que ocasionó un “COVID tecnológico” que espantó a los colegios y las universidades del uso de tecnología eficiente y gratuita. En consecuencia el próximo paso, hacia los denominados learning managment system (LMS), fue otro paso natural, siempre tecnológico, pero necesario. Fue el momento del crecimiento de Google meet o de Microsot team, entre otros.
Como podemos ver la tecnología sigue siendo el foco de la virtualidad.
TERCERA OLA: ¿Educando a quién?
Cuando un docente sostiene una sesión frente a una audiencia que no observa, debe preguntarse si realmente está siendo efectivo su trabajo para lograr las competencias necesarias del tema que intenta enseñar, ¿es suficiente hablar al vacío, o asignar trabajos para lograr los objetivos académicos? Seguramente la respuesta es un “no” rotundo.
La educación virtual requiere de estrategias, para el proceso enseñanza aprendizaje, diferentes a las del aula física. Los docentes deben ser formados para la virtualidad y las escuelas deben estandarizar sus flujos de procesos en este ambiente. Así como en una empresa es muy importante los manuales de normas y procesos, también las instituciones educativas deben considerar como necesario que todos sus colaboradores y comunidad educativa tengan el mismo proceso para la educación sincrónica, para la asincrónica, para el uso de las tecnologías disponibles, para la planificación educativa virtual, para las estrategias de las asignaciones, para las evaluaciones en línea, para la ingesta en la nube de los materiales grabados o producidos por los alumnos y por el cuerpo docente, para la producción audiovisual de esos contenidos, entre muchos otros temas pendientes.
El reto es poder lograr una educación de excelencia en un entorno hasta hace poco desconocido por nosotros los educadores.
Eduardo Caballero Ardila

